Para meterse en las
cosas de Dios se necesita de una gran concentración para no dejarse influenciar
de las presiones externas e internas que aquejan al creyente, ¿quién no vive
afanado y presionado en el día a día? tal como se presionan en la prensa las
aceitunas así somos presionados por ende necesitamos consagrar mas nuestros
pensamientos y dedicación a Dios, mucho más que en otra época, ya que en estos
tiempos tan rápidos en los que el stress y los afanes son tantos no nos queda
el espacio para la reflexión o la meditación; y es esto lo que nos hace seres
superiores, para que no solo seamos maquinas productoras de riqueza, riquezas ¿para
qué o quién? sino nos llevamos al otro lado las cosas materiales que producimos
o por las que tanto nos afanamos buscando y sacrificando tanto, pero si nos
llevamos mas allá de esta existencia lo que aprendamos en esta vida el
conocimiento es lo único que nos llevamos, pero la velocidad de la
información de estos tiempos no solo nos enriquece en todos los sentidos sino
que nos atropella, a tal punto que nuestras emociones nos precipitan a tomar
malas decisiones de las cuales no aprendemos porque seguimos corriendo en un
afán desmedido por adquirir más información pero lastimosamente adquirimos menos
conocimiento y el conocimiento es lo que nos hace diferentes, nos hace
superiores, alimenta nuestra sinapsis y nos lleva a tomar mejores decisiones en
la vida, y este conocimiento lo hayamos en Dios, al sumergirnos en su
razonamiento, en sus pensamientos que son tan profundos y deleitosos que nada
en esta vida se le puede comparar al gourmet espiritual, emocional que produce
el conocimiento que nos ofrece Dios, un conocimiento que no sacia sino que
produce más hambre por aprender cada vez mas de él un conocimiento que no nos
atropella pero que si nos catapulta, nos impulsa a ser mejores en todo.
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