La ley fue dada en tablas de Piedra, y las consecuencias de su desobediencia eran pregoneras de muerte.
Los Sacerdotes y los Fariseos se consideraban así mismo lo suficientemente justos como para juzgar y condenar a los pecadores que violaren la ley de Israel, pero apareció un hombre capaz de convertir las piedras en que fue inscrita la ley en Pan de Vida Eterna, ese alguien es Jesús el enviado de Dios, quien por amor a nosotros recibió el castigo del incumplimiento de la ley en su cuerpo tomando nuestro lugar en esa condenación para que nosotros quedemos exentos de tal castigo.
En el momento en que la mujer ramera fue encontrada en el acto mismo del adulterio los fariseos la trajeron a Jesús para condenarla y que fuese apedreada delante de Jesús como lo dice la ley, "que el fornicario debe morir irremisiblemente", pero Jesús vio las palabras de la ley como piedras en las manos de los fariseos para aplicar con rigor dicha ley, por lo que Jesús con su Espíritu Santo convirtió aquellas piedras en pan, las piedras de juicio en que se habían tornado los mandamientos de la ley de Dios, Jesús las convirtió en pan, al decirle a la mujer vete y no peques mas nadie te condena yo tampoco te condeno, porque es así que Jesús convierte las piedras de la ley en panes de vida eterna para que una vez encontremos en su Amor el perdón de Dios nos purifiquemos de nuestra inmundicia y caminemos tomados de la mano de Jesús el sendero de Justicia que con su vida el nos dejo, porque el no vino a condenarnos sino a salvarnos...
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